sábado, 26 de enero de 2013

Las manos



Después del cerebro, la mano es el tesoro más grande del hombre y a ella se debe el desarrollo del trabajo de artesanía. Es a su vez un órgano de expresión y un órgano especial de los sentidos para la estereognosia. Las ideas están ligadas a las sensaciones y acciones de las manos no solo en las actividades fundamentales concernientes a protección, comida, combate y perpetuación, sino en la creación, tal como construir, dibujar, moldear y hasta pensar.




  
La mano es una prolongación del cerebro y contrariamente, gracias a la mano, el cerebro humano ha sido capaz de desarrollarse.






La indagación sobre el origen de las manos hace retroceder en la escala animal hasta que se halla el principio de los miembros en los primitivos elasmobranquios. En ellos se encuentra el primer signo, un pliegue lateral a derecha e izquierda desde las branquias hasta el ano, en cuyo interior los músculos crecen en el desarrollo posterior. Más tarde, la parte media de cada pliegue estuvo deprimida y los dos extremos se hicieron más pronunciados, quedó establecido el orden para todos los peces de tener dos aletas pectorales inmediatamente por detrás de las branquias y dos aletas pélvicas cerca del ano. Desde entonces este tetrápodo, o arquitectura de cuatro miembros, ha persistido a través de todas las clases consecutivas de anfibios, reptiles y mamíferos, hasta llegar al hombre.




Los primates conservan más elementos del primitivo patrón de la mano. La mano primitiva era pentadáctila y tenía dos hileras de huesos del carpo. Las manos de los diferentes primates, incluido el hombre, son muy similares, y han cambiado muy poco, comparado con otros mamíferos, del tipo de mano primitiva de los remotos anfibios. Sus íntimas variaciones son adaptaciones a sus especiales actividades.
Con el tiempo, la mano humana adquirió funciones sensitivas superiores a sus ancestros, por lo que alcanzó el carácter de órgano sensorial. Sin esta capacidad el cerebro humano no lograría su desarrollo y evolución y de esa manera las manos quedarían sin evolucionar con un patrón primitivo, lo cual no permitiría al humano diferenciarse de otros animales.







El trabajo es la fuente de toda riqueza a la par que la naturaleza, proveedora de los materiales que él convierte en riqueza. Pero el trabajo es muchísimo más que eso. Es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en tal grado, que hasta cierto punto, se debe decir que el trabajo ha creado al propio hombre.




El número y la disposición general de los huesos y de los músculos son los mismos en el mono que en el hombre, pero jamás una mano simiesca ha construido un cuchillo de piedra, por tosco que fuese, por eso, las funciones para las que los antepasados fueron adaptando poco a poco sus manos, durante los muchos miles de años que dura el periodo de transición del mono al hombre, solo pudieran ser en un principio, funciones sumamente sencillas.










Los antepasados simiescos eran animales que vivían en manadas. Evidentemente, no es posible buscar el origen del hombre, el más social de los animales, en unos antepasados inmediatos que no viviesen congregados. Por otra parte, el desarrollo del trabajo contribuyó de manera forzosa a agrupar aún más a los miembros de la sociedad y los hombres en formación llegaron a un punto que tuvieron necesidad de decirse algo los unos a los otros. La necesidad creó el órgano: la laringe, que se fue desarrollando lenta pero firme hasta lograr el sonido articulado.







Primero el trabajo, luego y con él la palabra articulada, fueron los dos estímulos principales bajo cuya influencia el cerebro del mono se fue transformando gradualmente en cerebro humano. En la medida en que se desarrollaba el cerebro se desarrollaron también los órganos de los sentidos; el sentido del tacto que el mono posee a duras penas en la forma más tosca y primitiva, se desarrolló solo con la evolución de la propia mano del hombre, por medio del trabajo.

El texto está sacado de:
LA MANO, ORIGEN, EVOLUCIÓN Y SU PAPEL EN LA SOCIEDAD.
Dr. RICARDO J. MONREAL  GONZÁLEZ.



































domingo, 6 de enero de 2013

Torso


Este trozo de rama de olivo estaba en el montón de leña junto a la chimenea, a punto ya de ser quemado. Me llamó la atención por la forma que tiene (creo que no hace falta tener mucha imaginación para ver esa forma casi humana)  y pensé que fuera del montón de leña, limpio y lijado, un poco de barniz y después colocado en un soporte quedaría bien.






Es importante aplicar un tratamiento curativo y protector para la madera. La madera que viene directamente del campo suele tener insectos xilófagos. La envolví en una bolsa de plástico y la dejé así un par de semanas.




Antes de decidir qué hacer exactamente con esta rama, le estuve dando vueltas a ver qué cortar, qué pegar o qué rellenar con emplaste, pero decidí que mejor no tocar nada. Si le cortaba la rama mas gorda (el brazo) se perdía el espacio creado entre esta rama y lo que parece el cuello. Sin ese espacio vacío que se crea ahí, ni hay brazo, ni cuello, ni torso, y al final... otra vez al montón de leña. Si le cortaba la rama pequeña del lado derecho le pasaba casi lo mismo.



Y el tajo de motosierra que tiene dado la susodicha rama decidí no taparlo, me gusta creer que ese tajo es la prueba de arrepentimiento del leñador, la prueba de que él también vio un torso.


Aquí se puede ver el trabajo terminado











miércoles, 2 de enero de 2013

Portavelas



¿Qué decir de este nuevo post?, Pueees... que he hecho estos portavelas para ponerlos en mi pequeña tienda y he pensado que podía se interesante fotografiarlos todos juntos.








Algunos portavelas de cerca








En esta foto no se aprecia bien pero son en plata y negro.